Laura Fontán, gallega, -pero con el corazón también de Madrid y de Vietnam-, está casada, es madre de tres hijos, y junto con su marido son los fundadores de Chula: una empresa que no solo diseña y confecciona ropa, sino que genera y promociona una cultura de la moda con un alma y una belleza muy especial.

Laura, acabas de abrir una tienda en Madrid, en el emblemático barrio de Malasaña. Nos encanta tu estética y tu proyecto, pero, sobre todo, nos encanta la belleza que vemos en tu vida. Belleza que tiene tantas de las notas que nosotros también queremos reflejar y compartir en ALAWA. ¿Cómo termina una gallega
 en Vietnam montando un emprendimiento como Chula?

L: Pues la verdad es que casualidades de la vida, a veces surgen decisiones no tan meditadas que llevan a estos proyectos. Fuimos a Vietnam hace 14 años con la idea de ir un año, Diego -mi marido- y yo, para visitar a mi hermano. En ese momento éramos jóvenes, no teníamos niños, ni muchas responsabilidades en el trabajo, y siempre nos ha gustado vivir en el extranjero. Entonces nos fuimos a la boda de mi hermano en Vietnam y nos enamoramos del país. Habíamos vivido ya en Brasil y nos apetecía todavía tener otra experiencia fuera. Mi hermano fue más que generoso y nos acogió en su casa. Tenía una casa muy bonita y muy grande, pero la verdad es que fueron unos santos, porque ellos estaban recién casados y nos fuimos las dos parejas a vivir juntos. Es algo que le agradeceré toda la vida. Nos quedamos un año viviendo con ellos. Mi cuñada se quedó embarazada al mes de llegar nosotros y yo al mes siguiente, así que pasamos el embarazo de nuestra primera hija juntos.
Cuando nació Carmen, decidimos mudarnos a otra casa, y al poquito tiempo mi hermano y su mujer se fueron a otro destino. Pero, para nosotros, yo creo que Vietnam fue un enamoramiento. Nos encantó el país, la gente, la comida, la energía, las telas, la tradición de confeccionar. Yo iba con la idea de montar algo creativo, de hacer algo un poco comercial. Había estudiado Ciencias Políticas, pero estaba especializada en Relaciones Internacionales. Y Diego -que es el gran el artista de Chula-, estudió Arquitectura.
Diego es un “hombre del Renacimiento”, una bellísima persona. Un hombre muy especial, con muchos intereses. A él le encantaba la Arquitectura, pero no le terminaba de llenar, porque le gustaba mucho la parte creativa. Y yo empecé con una prima mía, ella desde España, un poco la idea de la ropa. En Vietnam hay mucha tradición de irte al mercado y hacerte la ropa, y bueno empezamos así, un poquito jugando. Pusimos 30.000 pesetas cada una, de aquella época -unos doscientos euros o algo así-, y en nuestro primer viaje empecé comprando cositas en el sudeste asiático. Ella hizo un mercadillo en casa de mi abuela, vendió todo y con ese dinero volvió a comprar más cosas. Luego yo empecé a confeccionar; era una ropa un poco de tendencia.
A todo esto, mi marido me ayudaba, y me decía que tenía que crear un logo y un nombre para tener una marca. Él tenía una visión más empresarial, de marketing. Y él nos hizo el logo y nos dio un nombre, y nos siguió dando consejos. Entonces, en todo este proceso vi una técnica de pintar un traje, y como Diego pinta fenomenal, le dije: “oye, ¿por qué no me haces un dibujo en estas faldas de seda?”, y me acuerdo de que hizo un dibujo genial. Y ese fin de semana en el ordenador hizo 100 faldas diferentes con dibujos geniales, y eso ya era Chula. Transmitían sentido del humor, picardía e inteligencia. Yo dije: “esto es una maravilla!”

Descubriste una vocación que había en el corazón de tu marido sin que él lo supiera (risas).

L: Sí, porque además Diego nunca ha sido muy “fashionista”, en el sentido de que le importe mucho la ropa. Él es creativo. Las ideas que él tenía, de hacer todo más profesional, me encantaron, y es así fue cómo decidimos montar Chula.
Empezamos un poco gracias a los amigos. Nuestra idea era vender en España, y nuestros amigos de allí nos empezaron a decir que ellos querían comprar nuestra ropa porque les gustaba mucho, que era muy Chula. Y tuvimos mucha suerte de empezar a vender en una tienda de bolsos que era muy conocida allí, una tienda que se llama “Ipanema”. A los dueños los conocimos en una fiesta, vieron la ropa, les encantó, y dijimos “oye, pues vamos a poner la ropa ahí”. Siempre decimos que son nuestros padrinos, porque nos dieron la oportunidad de empezar a vender en su tienda en Vietnam. Y empezamos un poco jugando, no hicimos un plan de marketing, invertimos sobre todo tiempo, vendíamos un traje y producíamos otro, y poquito a poco de manera intuitiva y apasionada, muy juntos los dos, -llevamos juntos desde los 19 y 21 años-, y jamás nos habíamos planteado trabajar juntos.

O sea que Chula también va de la mano de un proyecto personal como matrimonio.

L: Sí, efectivamente, y de crecimiento personal, porque somos una pareja que llevamos muchos años juntos, pero los años de Vietnam y Chula han sido un crecimiento en la pareja muy importante.

Me surge una pregunta: los hijos. Tenéis tres hijos. ¿Cómo se compatibiliza toda esta vida con ser madre?

L: Pues mira, Carmen tiene doce años, es la mayor, Pablo tiene 11, y Yago tiene ocho. Los tres nacidos en Vietnam.
El tema de los niños ha sido muy bonito, porque hemos formado una familia, a la vez que hemos creado Chula. Nosotros a veces decimos que Chula es como tener un hijo más, el hijo con problemas, porque ya sabes lo que es montar una empresa, que siempre hay problemas y hay que arroparlo mucho todo. El primer desfile de Chula yo estaba embarazada de Carmen, la mayor. Los niños ven a Chula como algo que también forma parte de sus vidas, y nos han visto a nosotros siempre trabajando duro y con gente discapacitada, de mil nacionalidades. Ha sido muy enriquecedor. Durante mucho tiempo hemos estado viviendo en una casa que era taller y tienda, entonces los niños han estado empapándose de todo, a veces demasiado, pero ahora que van creciendo y viendo lo que es Chula, están muy orgullosos de ello. Y yo creo que está muy bien que los hijos vean de cerca lo que es un poco la lucha de crear una empresa: por una parte, lo bonito que es la moda y el glamour que puede aparentar, pero por otro lado es trabajo continuo y esfuerzo continuo. Hoy en día es muy importante que los niños lo vean.
Al principio, un paso importante en Chula fue montar el primer taller, porque entonces contratábamos a modistas, pero luego decidimos montar nuestro taller y aportar invirtiendo en el país y en la gente de allí. Luego encontramos un lugar muy especial que hoy en día es donde está Chula. Es una casa muy bonita en el centro, y la verdad que decidimos hacer un concepto de fábrica, tienda y hogar, y en esa época que los niños eran bebes pequeñines y podíamos estar con ellos y a la vez en el taller y con los clientes, fue más fácil. Yo nunca he tenido baja maternal, nunca paramos de trabajar pues lo hacíamos todo nosotros. Luego esa casa se convirtió en un espacio abierto, donde venía la gente. Inicialmente era casa – taller – oficina. Luego nuestros amigos españoles empezaron a insistirnos de que teníamos que poner allí una tienda, y fue entonces cuando montamos la tienda como tal.
Nos gustó mucho crear el concepto de Chula, un espacio donde cuando el cliente viniese, pudiese entender todo lo que hay entorno a la ropa. Conocer a los diseñadores, y la inspiración de los mismos. Y que los trabajadores que confeccionan la ropa conocieran a otras personas que les gustaba la ropa que hacían. Muchas veces, en moda, ves todo muy bonito en la tienda, pero no sabes lo que hay detrás. Nos gusta mucho del concepto de Chula en el que en la tienda principal ves todo el círculo de la moda, cómo está hecho, y quién lo hace.

Has tocado un tema que me interesa mucho, los trabajadores, sabemos que es un punto muy especial del proyecto.

L: Sí, en chula el 80% de los trabajadores es gente discapacitada, inicialmente empezó un poco de casualidad, porque cuando contratamos a la primera persona en “Chula” contactamos con una ONG vietnamita que formaba a chicas sordomudas en costura, y fuimos y contratamos a la primera chica y nos encantó trabajar con ella. Nosotros en esa época no sabíamos hablar muy bien hablar vietnamita con lo cual la comunicación era con los ojos, los dibujos, los gestos, y fue realmente mas fácil que con cualquier otro Vietnamita. Entonces contratamos a la primera chica y nos encantó tenerla con nosotros en nuestra casa y trabajar con ella. Ver como desde el boceto pasaba a la prenda y poder interactuar con ella fue muy enriquecedor. Y como la experiencia con ella fue tan buena decidimos contratar a una segunda, a una tercera, a una cuarta. Le preguntábamos por amigas sordomudas y así fuimos formando un equipo. Dada la buena experiencia de trabajar con estas chicas entonces ya decidimos formar una política en la empresa para contratar siempre a personas con algún tipo de discapacidad y darles la oportunidad.
Al principio eran todas mujeres sordomudas, porque eran las de costura y bordados y les pedimos que nos recomendaran amigas, entonces teníamos un grupo de diferentes generaciones pero que eran todas amigas, para la mayoría era su primer empleo. Chicas de 18 a 30 años pero que era su primer empleo. Luego participamos en una feria de Cruz Roja y conocimos a una chica que ha sido muy importante para nosotros, una chica vietnamita, muy disminuida pero con una cabeza increíble y una mujer súper inspiradora. Ella ayudaba a gente con discapacidades a encontrar trabajo, y entonces empezamos a contactar con gente que también había tenido problemas de poleo, cegueras, cojeras, unas más severas que otras. Es cierto que es gente que en un primer momento tienen mayor dificultad laboral pero luego nuestra experiencia es de que es gente muy leal, trabajadora y que valora mucho la oportunidad que se les de. Y a su vez, yo todo esto lo encuentro algo que es muy beneficioso para la empresa.

Chula continúa creciendo y hay un salto internacional, ¿cómo ha sido esa expansión, para llegar a abrir esta tienda en el corazón de Madrid?

L: Es un camino lento, durante nueve años estuvimos en nuestra sede, y empezamos a hacer eventos culturales, porque queríamos promocionar a los artistas locales, tanto del arte como de la cultura, y la música. Chula se convirtió así en un espacio comunitario, donde se organizaban, fiestas, eventos, exposiciones. Ha sido un encuentro cultural donde toda la comunidad de Vietnam de distintas nacionalidades lo ha vivido como algo muy propio. Entonces, durante mucho tiempo hemos tenido una relación muy personal y directa con el trabajador y con el cliente. Luego te das cuenta de que los negocios van cambiando. Yo antes pensaba que me encantaba el concepto de tienda pequeñita que conoces a todos tus clientes, pero luego te das cuenta de que tenemos un producto muy especial, y una filosofía de empresa muy bonita, por el tema de la labor social y de promocionar a discapacitados y a la cultura local vietnamita. Y luego una idea y una ilusión de hacer una empresa global, pero enfatizando la fuerza local, la cultura de los lugares y su artesanía. Y es lo que nos ha llevado a expandirnos internacionalmente. Montar “Chula’s” por el mundo. Además, somos una empresa muy orgánica: no tenemos créditos ni inversores, todo lo que vamos creciendo lo vamos invirtiendo en la empresa, y vamos poco a poco.
En estos años, hemos montado cuatro tiendas en Vietnam: tenemos dos en Hanoi, una en Hội An -patrimonio de la humanidad-, y una en Ho Chi Minh, que es la capital comercial, y hemos abierto también una pequeñita en Bangkok, porque allí tenemos mucha clientela y está cerca de Vietnam, lo vemos como un lugar estratégico. Y lo que ha sido una sorpresa ha sido montar algo en Madrid. Nos hemos lanzado este año, y la verdad es que estamos muy ilusionados, porque es como cerrar un círculo y volver a casa. Queremos desarrollar la marca en España. Porque es cierto que en Vietnam somos una marca muy conocida y muy querida. Participamos hace siete años en la semana de la moda vietnamita, somos los únicos diseñadores extranjeros, y hemos representado a Vietnam en desfiles en Washington, Roma, Madrid. Nuestro primer desfile en Madrid fue de la mano de Vietnam, por los cuarenta años de las relaciones internacionales entre España y Vietnam. Y estamos muy agradecidos a Vietnam. Y ahora nuestra ilusión es desarrollar el nombre de nuestra marca en España.

La repercusión que hemos tenido en España es que hemos sido “Marca España”, cuando hace unos años se hizo el libro de cien “Españoles en el mundo” que promocionan el nombre de España en el mundo, y hemos tenido el honor de estar allí.

Lo de haber estudiado Relaciones Internacionales fue un poco un presagio de lo que iba a ser tu vida, unir tantas culturas y tantos países.

Ya que has tocado este tema, el mundo de la moda es un mundo que tiene una apariencia, deslumbra mucho de fuera, y, sin embargo, hay una esencia, un corazón detrás de todo. Unos valores que pueden ser sólidos y enriquecedores para la humanidad. ¿Tú qué crees que tiene para ofrecer de “verdadero”, de “eterno” el mundo de la moda a la mujer de hoy?

L: En Chula lo que nos gusta mucho es que nosotros no vamos tanto por el “lado fashion” y “glamuroso” de la moda, nosotros nos enfocamos más en los valores de ofrecer un producto especial, con valores, con historia y cariño. Me parece que nuestra empresa tiene unos valores muy bonitos detrás de la moda. La moda debería ir mas por ese camino. Nuestra vivencia en Vietnam respecto al mundo de la moda ha sido la de encontrarnos con una belleza verdadera y no tan de apariencia. Nos consideramos exclusivos, pero en el sentido de que tenemos piezas muy limitadas al ser un producto muy particular; y nos consideramos especiales, porque la ropa que vendemos dice algo, tiene un fondo. Yo siempre pongo el ejemplo de que cuando ves a alguien vestido muy “glamuroso”, dices “qué guapa, qué elegante”, pero das un paso atrás. Nosotros con Chula, queremos que la gente de un paso adelante, que te invite a relacionarte. Es ropa que te está contando algo, que está hablando de tu personalidad, de una minoría étnica que hace la ropa de una manera determinada, de tu animal favorito, de tu ciudad favorita. Tenemos muchos temas en la ropa. Es una ropa muy visual y alegre, nosotros decimos que son piezas de conversación. Cuando estás en una fiesta, un poco cohibido, y ves a alguien con un traje de Chula, te da la confianza para hablar, para acercarte, para salir al encuentro.

¿Cuál es la propuesta estética de Chula?

L: Lo nuestro es “Arte que se lleva puesto”, porque para nosotros Chula es más arte que moda. Estamos expresando algo artístico, y también es llevar felicidad. Poder ponerte un “traje de arte” y un “traje de felicidad”. Y luego llevar algo muy bien hecho por todo lo que lleva detrás, y a parte que la ropa conecte, que la gente disfrute llevando nuestras prendas. No sólo porque se sienta estupenda, sino que se sienta estupenda por llevar algo que la conecta con los demás, y vestirse con buenos valores.

Gracias Laura, porque realmente sí que has conseguido conectar con el corazón de Alawa , donde buscamos promocionar esta belleza que perdura y que no se queda en lo pasajero, sino que nos lleva a la belleza que hay en la vida de las personas. La que hay en tu vida, en la de tu familia y en la de tu emprendimiento. Te deseamos mucho éxito en esta nueva etapa en Madrid. Aquí estamos para acompañarte siempre.

L: Muchísimas gracias. Yo, al conocer Alawa, me he emocionado mucho, porque veo que es un proyecto igual, un proyecto vital, un proyecto de pareja, y de mucha profesionalidad. Y me gusta mucho esto que compartimos Chula y Alawa: la búsqueda de la belleza interior.

Muchas gracias, hasta siempre!

Web site:  chulafashion.com
Instagram:  @chulafashionhouse
Nueva tienda en Madrid: Calle 2 de Mayo 10. (Malasaña)

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