La fundadora de la revista TELVA, y su directora durante treinta años, nos recibe y nos cautiva en esta entrevista para Alawa que aquí os presentamos.
Subimos por un ascensor espejado y delgado que se nos quedaba estrecho. Al terminar nuestro viaje ascendente dimos al hueco de una escalera. Todo tenía una tediosa pátina gris. Asomarse al vacío del caracol infinito que dibujaba la escalera daba vértigo.
La puerta pesada, maciza, marrón, fría, enojada. Del otro lado suenan voces y unos pasos presurosos que responden al timbre. Y entonces, aconteció Covadonga O´Shea.
Una ráfaga de viento colorido, luminoso y matinal nos envolvió como un bautismo. La mirada limpia, profunda, vibrante; la sonrisa grande, abierta y contagiosa. La elegancia sencillamente contundente.
Nos invadió esa dulce sensación de estar en casa, y sin embargo habíamos entrado en su despacho. Cualquiera hubiese jurado estar en el estudio de una “celebrity”, pues las paredes llenas de recuerdos sostenían fotos de ella con personas como Giorgio Armani, Gianni Versace, Jean Galiano Valentino, Jean-Paul Gaultier, Tom Ford… Sin embargo, nada sonaba a distante y lejano en el microcosmos en que acabábamos ser introducidos. Digo “introducidos” porque esa fue nuestra experiencia. Covadonga nos dio la mano y sin rodeos nos metió en su corazón.
Primero de todo, queremos agradecerte tu acogida y decirte sinceramente que cuando abriste la puerta fue como una bocanada de alegría y de espíritu fresco.
Covadonga, a modo de esbozar tu rosto en dos pinceladas: eres vasca, de Vizcaya. Hija de una familia numerosa de siete hermanos. ¿Tú cual eras de los siete?
Yo fui la segunda. El mayor tiene ya una bisnieta.
Eres periodista de profesión y de formación filosófica, ¿verdad?
Estudié Filosofía y Letras, y Periodismo, pero bueno, hice Humanidades Modernas que era una rama especial que hubo unos años en la Universidad de Navarra, y que era todo en inglés y francés; nos daba una dimensión cultural importante.
Mi madre era una mujer muy culta y mi padre ingeniero, y yo hice un curso en La Sorbona. Siempre me interesó muchísimo aprender, y en aquella época no era nada fácil.
Luego de terminar la carrera, jovencita, y con cuatro personas más, os enfrentasteis a un emprendimiento revolucionario en el momento: fundar TELVA.
Sí, entonces había una empresa que era “SARPE” (Sociedad Anónima de Revistas, Periódicos y Ediciones) y ahí tenían actualidad española de nuestro tiempo. Pero yo no estaba nada metida en el tema empresa; yo estaba terminando mi carrera en Pamplona. Y me preguntaron si quería formar parte de un equipo que iba a lanzar una revista para la mujer, y dije que no, porque había estado con un montón de chicos en clase que me decían: “¿tú para que escribes?, solo te dedicarás a la página de la mujer”. Y yo dije que no, que yo iba a ser corresponsal de guerra. Esa era como mi defensa, luego esto que dije ha salido en muchos sitios (risas).
Bueno es otro tipo de guerra (risas).
Claro, exacto. Como me gustaba escribir y, en fin, no me importaba estar un poco de tiempo con aquel equipo que quería hacer una revista, pues me metí en aquella “guerra”. Había una mujer extraordinaria, Pilar Salcedo, que ya ha muerto, que iba a ser la directora de la revista, y a mi me querían como subdirectora de la revista. Yo era muy joven y me pareció como un cuento, entonces acepté. Y al final, cuando dejó Pilar la revista por una serie de razones, los empresarios me dijeron que querían que yo fuera la directora.
No sabíamos exactamente a qué nos íbamos a dedicar, pues entonces no era como ahora Sí que conocía la revista Marie Claire, Vogue, pero no existían en España. Esto fue el año 1970 y fui directora hasta el año 1997.
Como si fuera poco, en el año 1997, en el que uno podría decir “bueno, ya he cerrado un ciclo”, has puesto en marcha otro emprendimiento pionero en España. Te metes a fundar otro proyecto igual de revolucionario que es el ISEM Fashion Business School, la primera Escuela de Negocios Especializada en Gestión de Empresas de Moda que existe en España.
Sí, porque hice TELVA en Argentina dos años, y la verdad que es que para mi fue un golpe el que por motivos empresariales aquello que iba tan bien, que a la gente le gustaba mucho, se tuviera que cerrar. Pues me empezó a hartar. Y decidí dejar TELVA, porque pensé que si yo me había cansado, iba a cansar también a mis lectores, y todo menos eso. Y de la noche a la mañana, ya decidí que tenía una directora adjunta que era estupenda para dirigir la revista. Y después, estuve dos años muy dedicada a escribir y a otras dimensiones de mi vida. Pero me invitaron entonces a organizar un máster nuevo de moda en Galicia, en la Universidad de La Coruña, y quise probar, porque yo en el mundo académico no me había metido para nada. Entonces iba todos los viernes a La Coruña y organizábamos aquello. Teníamos lo sábados y domingos las clases, y además me animó Amancio Ortega, un gran amigo mío.
Y me dijo: “mira que yo quiero a Galicia, pero esto es el finis terrae, si organizas algo, no lo hagas aquí”. Y se me quedó, y pensé que algo se podía hacer, así que alquilamos un local y empezamos a dar unos cursos de moda, pero con sentido empresarial. Así empecé, y en el año 2000 se puso en marcha el ISEM Fashion Business School.
Estuvimos muchos años con todo el tema de los nuevos másteres y trabajando para enfocar la moda en el tema empresarial. Hubo que armar todo a un alto nivel académico. Fue entonces cuando decidimos pasar todo a la Universidad de Navarra que ya tenían toda la infrastrucutra para ello. Nosotros les dimos todos los programas y los contenidos.
Yo tengo una mente bastante internacional, y antes de empezar me fui a París, al IFM, “Institute Français de la Mode”, y les dije que quería tener un acuerdo con ellos para trabajar en este máster, y lo hicimos antes de empezar con el ISEM. Luego lo hicimos con Bocconi en Milán y con Parsons en Nueva York, es decir que ya hacíamos muchos intercambios de formación con los alumnos, y estuvimos así 13 años. Hasta que en el año 2012 se transfirió todo a la Universidad de Navarra; yo ya me he desentendido completamente. Y es entonces cuando pusimos en marcha el O’Shea&Moro Fashion Business Consulting. Una consultoría donde buscamos alumnos y empresas internacionales para que hagan prácticas y trabajen en diferentes multinacionales pioneras a nivel mundial.
También eres fundadora de la Fundación Tecnomoda, has sido asesora del Museo del Traje y escritora de varios libros de éxito como el de Amancio Ortega en 2008. ¡No te has privado de nada!
Sí, el libro de Amancio Ortega para mi fue muy impresionante. Ahí tengo la edición rusa, polaca, etc. Y al lado la foto dándole un libro a nuestro rey actual, cuando estaba haciendo la mili con 17 años.
Después de habernos hecho un precioso pantallazo global de tu vida, si tú miras ahora desde la atalaya de la madurez en que estás, ¿cuáles son esos valores y fundamentos que te han traído hasta aquí, hasta este lugar?
Yo pienso que el saber que la vida tiene un sentido. Yo no programé así mi vida, sino que la vida me ha ido programando.
Cando terminé la carrera, me fui entusiasmando con el trabajo en el que podía ver una parte creativa, y el tema de la comunicación a nivel internacional, que me atraía muchísimo.
Y luego pienso que soy una persona que conecta muy bien con la gente, son cosas que Dios me ha dado y las he ido cultivando, aparte de que he heredado muchas cosas buenas de mis padres. Pero con una revista como TELVA y en aquella época, porque ahora ha cambiado todo, pude conocer a unos personajes increíbles desde Margaret Thatcher, Valentino, Armani, he hecho una entrevista a la reina Sofía, he viajado por el mundo. También escribí otro libro sobre Tierra Santa, porque me interesa muchísimo la gente y el mundo en el que vivo.
Ahora mismo me encantaría llegar a entender un poco más y escribir sobre el cambio radical que ha habido del siglo XX al XXI, por todo, desde el cambio climático, nuevas tecnologías, el trabajo de la mujer. ¡Hay tantas cosas! Eso lo tengo en mente, lo quiero hacer.
Como decía, yo he ido siguiendo los caminos que la vida me ha ido presentando. Y a pesar de que a veces se puede pensar que has sido un poco manejada, terminas haciendo cosas que no creías posible, como en mi caso, poner en marcha y dirigir una revista o dar clases de un máster que terminó siendo algo muy grande como el ISEM. Si algo te interesa, te metes de lleno en eso y tratas de sacarlo adelante, con ayuda también de otros. Yo sola no hubiera podido lograr nada, pero siempre me he rodeado de gente excepcional que ha sido de gran ayuda
Se puede decir que has ido siguiendo llamadas.
Bueno, sí, llámale casualidad, grandes oportunidades. Cuando estudiaba en Pamplona Periodismo, y todos en la carrera me vacilaban con el tema de montar una revista, pasó la vuelta ciclista de Francia, que entraba en Pamplona, porque era una de las etapas. A los dijeron a los de segundo año que fuésemos a la meta, por donde entraban los ciclistas y que hiciésemos alguna entrevista, porque no sabían qué hacer con nosotros. Yo me fui como loca, había sido una etapa muy dura para ellos en el Pirineo por el mal clima y venían todos los ciclistas de muy mal humor, no querían hablar con nadie. Se fueron al hotel La Perla a cenar, y no abrieron la boca con ningún periodista. Y yo me colé y me senté con todos ellos, y escribí el artículo de mi vida, lo que cenaban, como hablaban con sus novias, no sospechaban para nada que yo era periodista. Y me lo publicaron en el Diario de Navarra, para mí eso fue como mi Pulitzer (risas). Yo ahí conté “interés humano”, las motivaciones y sentimientos de los ciclistas, la mermelada que les gustaba, que si su novia le había dicho no sé qué, y luego yo quería seguir todas las etapas de la vuelta porque me pareció divertidísimo.
Ahora que has descrito un poco a esa chica joven en Pamplona, la España que vivimos actualmente en el 2018 donde se manejan términos como: “influencers”, “startups” etc. no tiene nada que ver con aquella época en la que para una mujer montar y dirigir un emprendimiento era algo revolucionario e incluso rebelde. Tú ¿cómo te veías en ese momento?,¿rebelde?, ¿revolucionaria?, ¿o fiel a una vocación?
No, no, yo siempre vi que me divertía, que era un reto, que no tenía ni idea. Yo solo conocía las revistas internacionales que teníamos en casa: Paris Match y Vogue, y pensé que hacer eso era divertido, pero yo en ese momento iba a ser subdirectora.
¿Cuál crees tú que ha sido la llave del éxito de TELVA?
Pues que teníamos una convicción: TELVA es tu revista, mujer. Y no una mujer solo preocupada de los trapos o de ponerse mona, sino una mujer con intereses culturales, sociales, familiares, o sea, era un apoyo a esa mujer. Participamos en un concurso que ahora sería horrible que se llamaba “La mujer ideal”, y la mujer tenía que saber de todo: saber hacer una paella maravillosa, pero también tenía que saber responder a preguntas culturales y hablar de su familia, y yo creía en esa mujer, que se acercaba poco a poco a la del siglo XXI. La revista ¡HOLA! en aquel momento era muy buena, pero yo quería una revista con un contenido intelectual fuerte y rico para la mujer.
Tu visión sobre la industria de la moda es más que privilegiada, tú la conoces desde dentro. ¿Cuál es tu valoración de cómo ha ido evolucionando esta industria?
A mi me parece que la moda es un reflejo de la sociedad, y lo ha sido siempre.
Yo he pasado por todas las grandes capitales de la moda, París, Londres, Nueva York, Milán, viendo todos los desfiles de moda, conociendo a los mejores. Aquí en España montamos el premio TELVA de moda y venían, desde el primero que fue Gianni Versace, hasta hoy que no ha faltado ni uno de los grandes diseñadores internacionales a esa cena que era la más importante del mundo de la moda en España. Es muy distinto el mundo de los años 80 y 90, al de ahora. ¿Qué ocurría? Hace años, la alta costura estaba dirigida para un grupo reducido de la sociedad, para la élite digamos, pero de ahí la gente pues veía lo que era la elegancia. Esto ahora mismo ya está pasado de moda, pero toda esa creatividad es muy importante. Y ahora vemos que las tiendas de moda low cost y fast fashion hacen cosas que decimos: “esto es Channel”, “esto es Dior”, nombres míticos de la moda. Aquellas décadas fueron importantes para la moda, pues la alta costura fue mutando en el Prêt-à-Porter, y haciéndose accesible a las masas. Porque a la alta costura tenía acceso gente muy exclusiva.
Yves Saint Laurent, que tenía una magnífica línea de ropa, hizo el Yves Saint Laurent Prêt-à-Porter, y todos siguieron por ahí. No bajaron de escala, pero en lugar de irte a hacer siete pruebas a la casa de alta costura, ibas a la tienda y te lo comprabas. Todo eso ha ido al compás del tiempo, de la sociedad, y de la mujer. La mujer y su mundo va cambiando. Se va incorporando a la vida laboral, y eso lo compagina con su vida familiar, y viaja, y emprende nuevos roles en la sociedad.
En Estados Unidos, con el surgimiento de marcas como Gap, comienza una moda que ya no es el elegante Pret-a-Porter. Es una moda al alcance de todos, por precio y por uso, que se puede usar en cualquier momento del día; es ropa que se lleva a todas partes, que cabe en cualquier maleta, que no se arruga. Es la moda al servicio de la mujer, no la mujer detrás de la moda. O sea que ya se hace una moda para todo el mundo. Y de ahí hemos pasado la frontera del siglo XX al siglo XXI, que viene el low cost, el fast fashion, las influencers. Lo que está pasando es que hay un cambio de siglo, de milenio, y de civilización. Pero al final, la mujer elegante va vestida con la elegancia con que ha ido vestida en toda época, buscando en cada momento lo que más le favorece.
Antes decíamos que de formación eres Periodista y que también estudiaste Filosofía. Aprovechando esta fusión, te hacemos una pregunta: ¿la industria de la moda, tiene algo que decir al hombre, ante sus preguntas últimas y existenciales?
Como decía Calderón de la Barca: “En este mundo nada es verdad ni mentira, todo depende del color con el cristal con que se mira”. El mundo de la moda, hay quien ve solo la parte frívola, pero los grandes trascendentales del Ser son la belleza, la bondad, la verdad y la unidad. Vale la pena hacer una moda más o menos asequible, más o menos creativa, pero que realmente no deje de lado la belleza en su sentido mas hondo. Porque si eso se abandona, entonces lo que pasa es que uno se termina disfrazando. O la verdad de lo que es el hombre y la mujer, su esencia más profunda. Pues no vivimos en un carnaval perpetuo. La moda ha cambiado positivamente, para ponerse al servicio de la mujer. Una mujer que trabaja, viaja, que se mueve; en este sentido la moda se ha simplificado. Pero cuando la moda deja de seguir ese camino, deja de producir cosas buenas.
¿Dices entonces que la moda puede llegar a destruirnos si no va bien encauzada?
Yo creo que la destrucción hay quien la lleva dentro. Cuando la gente ataca mucho a la moda yo me enfado, es la gente, no es la moda. Si tú ves una cosa fea en una tienda eres tú el que decide si comprarla, encima pones dinero. Yo defiendo a la moda.
Si tuvieras que concretar las cosas más loables de la moda ¿cuáles serían?
Vosotros me estáis enseñando algo en vuestros diseños que claramente lo que buscáis es la belleza y la armonía. Y lo contrario es un horror. Fijaros los desnudos clásicos qué maravilla son, esos que hoy tenemos en los museos; esa belleza viene de Dios. Cuando se va contra lo que es la esencia de la belleza, se termina destrozando toda esa verdad que hay en la belleza del ser humano. Lo importante es la actitud de la gente ante la moda, entonces lo que yo creo que hay que hacer es educar, y saber decir las cosas claras.
Cambio de rubro. Te has atrevido con los libros, has escrito varios, y sobre temas y personas tan distintas, desde Amancio Ortega hasta Juan Pablo II.
Juan Pablo II era una gran persona. Cuando yo escribí el libro, preparé doscientas preguntas, se las llevé y me miró y dijo: “¿y esto?”. (Risas) ¡Era una persona genial!
De los libros que has escrito, ¿de cuál te sientes más satisfecha? ¿O cada uno es como un hijo distinto?
Cada uno es distinto, pero yo disfruté muchísimo el de Israel. Fui tres veces a Israel, y en el último viaje decidí estudiarme la cultura, la historia y las religiones. Ahí fui pensando que quería escribir, y estuve con unos guías que tenían una casa en Jerusalén, ella nacida en Belén y él alemán, y el muro ya estaba construido, y tenían que estar viviendo en Palestina. Y les pregunté que por qué se quedaban ahí, y me dijeron que Juan Pablo II les había pedido a los católicos que no dejaran esta tierra. Pasé allí una semana genial; justo era semana santa.
Digamos que has puesto mucho corazón en ese libro.
Sí, bajo todos los puntos de vista, tanto cultural, como religioso y personal. Es muy intenso e interesante. Estuve en los Altos del Golán, en un kibutz, y también entrevistando a Golda Meir.
Has tenido el privilegio de conocer directamente a personajes que han marcado el curso de la historia en este siglo. ¿Quién te ha impactado más de todos?
Golda Meir me impactó mucho. Era una mujer con mucha fuerza, estaba dispuesta a defender su tierra hasta el final. Y luego a gente sencilla. Me acuerdo de una mujer que ganó el Nobel de Química, y hablé con ella y me quedé impactada. Le dije que le quería hacer una foto y me dijo que a ella sola no, porque no lo hubiera conseguido nunca sola. Entonces llamó a todo su equipo y les hice la foto. ¡Chapó!
Y luego, otro que impactó muchísimo, fue un hombre francés que descubrió el cromosoma que genera el Síndrome de Down. Un hombre enorme, que está en proceso de beatificación. Tenía en La Sorbona un sitio pequeñísimo donde le hice la entrevista. Era un sabio, y consiguió que yo entendiera lo que él estaba investigando, porque me lo quería explicar todo con una sencillez pasmosa.
También André Frossard, quien escribió el libro “Dios existe, yo me lo he encontrado”. Empieza su libro diciendo que entró a una iglesia en París y era ateo y del partido comunista, y salió de allí católico, apostólico y romano.ui a ver, era un tipo divertidísimo. Se fue a un convento porque decía que no quería que se le pasase nunca aquello que había visto. A los seis meses, le dijeron que se fuera a casa.
Hay uno de tus libros que te confieso que el título me impactó y me cautivó: “La brújula de la vida, una guía para no perder el norte”. Aprovechando este gran título, ¿cuál ha sido la brújula de tu vida?
Pues en el fondo casi ni pedir, y dar gracias a Dios por todo. Eso te lleva a seguir adelante..
Ya terminando, si dijéramos como titular “la felicidad”, ¿qué dirías?
La felicidad es hacer las cosas bien día a día. Y si hoy no ha salido, pues mañana saldrá mejor. Ilusionarte cada día, y pensar que tienes un proyecto de alguien que sabe mucho más que tú, que es Dios.
Ya que tu lo has dicho, se nota que detrás de esta gran mujer hay un motor que es su fe.
Sí, y por eso doy tantas gracias a mis padres que me han trasmitido esta fe; mi madre era un ser excepcional, y mi padre era muy divertido.
Que sigas trabajando es una cuestión que nos impacta, ¿por qué lo haces?
Me divierte (risas). ¿Me voy a jubilar yo? La vida te jubila, pero yo no.
Se habla de la vejez como algo minusvalorado, la sociedad actualmente valora la juventud y la belleza.
Bueno, a mí eso no me choca, todo eso es genial.
¿Tú crees que vivimos en una sociedad muy utilitarista en este momento?
Sí, acabo de escribir un artículo que saldrá próximamente que se llama “La Galaxia 8.0”, porque yo he cumplido 8.0, pero no digo los años (risas). Pero es que, si te dejas hundir, te hundes. También es verdad que tener salud y una serie de pilares en los que apoyarte, favorece, pero eso no va con la edad. Yo no he comprado ni la salud ni todas las cosas buenas que Dios me ha dado. Me las han regalado. Solo puedo dar gracias y poner al servicio todo lo que me han dado.
Covadonga ¡muchas gracias! Nosotros en esta sección precisamente, pretendemos mostrar esa “Belleza del Ser” de la que tu hablabas, y esa Belleza, la hemos visto hoy en ti. ¡Gracias por todo lo que nos has iluminado y animado!
Revista TELVA: www.telva.com
ISEM: www.isem.es
Isabel Torres
Me encanta la entrevista! Gracias por compartirla!