María y Loreto

Esta es la primera vez que en “Mujeres Alawa” presentamos dos mujeres en el mismo espacio. Son una misma luz, pero dos llamas claramente distinguibles una de la otra. Sus vidas están ya unidas para siempre, pero cada una deberá seguir un camino incierto y que aún está por descifrar. Ambas tienen su historia que contar, una lo hace con voz clara y transparente, la otra con un silencio que lo llena todo de contenido. Corremos este telón imaginario, para que tengáis el privilegio de conocer desde dentro la historia de María y Loreto, una madre y una hija que han tenido el coraje de vivir una vida por la que nadie había apostado a vivir.

   Estamos en casa de María, casada con Israel, y juntos son padres de 5 hijos, Mateo, Israel, Marcos y David, y la benjamina: Loreto, una niña muy especial. ¿qué le hace tan especial?

 M- Bastantes cosas, le hace especial. Para empezar, nosotros hicimos una peregrinación al santuario de Loreto en Italia, donde se conserva la casita de la Virgen, y le pedimos la gracia de poder tener una niña. Después de cuatro niños la verdad es que teníamos muchas ganas de una niña.

Me quedé embarazada, y de una niña, pero a las 12 semanas tengo una hemorragia, me descubren un hematoma, y en la revisión de ese hematoma, a las 16 semanas, me dicen que la bebé tiene una malformación cerebral grave y que tiene muy poca esperanza de vida. Nos explican que es incompatible con la vida, que normalmente fallecen antes del parto o en el parto, no llegan a sobrevivir 6 meses o 1 año, dependiendo de cómo sea de grave la malformación. La malformación se llama holoprosencefalia, esta palabra tan rara significa que en el desarrollo embrionario, cuando el cerebro se tiene que dividir en hemisferio derecho e izquierdo, pues en el caso de Loreto no se ha llegado a dividir, hay casos en los que no se divide absolutamente nada, un poquito o un poquito nada más. Entonces al final tienes un cerebro mal desarrollado, eso tiene muchas consecuencias. Una malformación facial, una serie de cosas que tú lees todas las patologías que puede adquirir y te echas las manos a la cabeza, la verdad es que es bastante llamativo.

Entonces me dicen que es un caso en los que el “aborto terapéutico” está recomendado. Yo en ese momento la verdad es que no dudé. Dijimos: vamos a darle la esperanza de vida que Dios quiera. Con mucho miedo, pero esto lo tuvimos claro desde el primer momento. Yo me acuerdo de que salí sola de la consulta, porque por COVID no podía entrar mi marido y le llamé y le dije: “cariño, ha pasado esto y es una niña”, porque en un primer momento no me decían lo que era… yo decía: “¿qué es, qué es?”.

Dijimos: vamos a darle la esperanza de vida que Dios quiera. Con mucho miedo, pero esto lo tuvimos claro desde el primer momento.

María

Mi marido quería desde un principio que se llamara Loreto si era una niña, y le dije: “es una niña, y se va a llamar Loreto.” Porque si la Virgen nos lo ha mandado pues que la cuide ella, yo no puedo con esta situación.

Y bueno, el embarazo avanza sorprendentemente, aunque con bastantes problemas: hemorragias, placenta previa, más hemorragias… y yo con reposo. Cada vez que íbamos a las ecografías semanales era peor, peor y peor: “el cerebro está involucionando, lo poquito que tenía se está autodestruyendo”. Ya al final nos decían: “es muy probable que ya no estemos hablando de 6 meses de vida, no, estamos en segundos”, pasamos de 6 meses a segundos de vida. No era suficiente, para mí no era suficiente. En ese momento es como: “dame un poquito más, que sea un minutito o dos más”. Mi objetivo, era que mis hijos la pudieran conocer al menos.

Nació antes de tiempo, bastante antes de tiempo, casi dos meses antes de tiempo, obviamente teníamos menos esperanzas todavía, porque si es un embarazo a término pues bueno todavía, pero claro, pulmones inmaduros, muchas cosas, al final tienes un prematuro, un gran prematuro con una malformación muy seria.

En el hospital recuerdo que fueron muy respetuosos, es verdad que a lo largo del embarazo hasta la semana 20, que es cuando puedes abortar legalmente en España, me lo iban recordando: “¿quieres abortar?, piénsatelo, está la cosa así, todavía estás a tiempo”. Hubo un momento que mi marido ya dijo: “que no vamos a cambiar de decisión, no me lo preguntes más, cada vez que vengo todas las semanas me lo vas a preguntar, ya no queremos que me lo preguntes más, tenemos claro que no está en nuestras manos la vida y la muerte de nuestra hija, de nuestras manos dependen muchas cosas de nuestros hijos, pero no el momento de nacer ni el momento de morir”.

Esa mochila, que yo llamo, es una responsabilidad y un peso, y es una mochila que en mí caso se la dejé a Dios. Dije: “bueno, pues ya haz tú lo que tengas que hacer”. Que bueno, que es un acto de confianza y un acto de fe, porque al final yo quiero controlar incluso el momento de vida y el momento de muerte de mis hijos, pero no puedo, eso no está en mis manos.

   Y llegamos entonces a una habitación de un hospital con una niña recién nacida. ¿Qué pasa allí? Porque parece que ya más sorpresas no pueden ocurrir, pero sigue habiendo sorpresas en esta vida.

M- Sigue habiendo sorpresas, sí. Antes de nacer Loreto nos preguntan qué queremos hacer cuando násca pues teníamos muy poco margen de tiempo, nosotros decidimos que el médico se la pasase a su padre para que la bautizara, nuestro objetivo era en esos pocos segundos hacer lo que podíamos hacer, y eso para nosotros era bautizarla, darle lo mejor que tenemos, que para nosotros es la fe, y el poderle abrir las puertas del cielo y ya está. Y si teníamos que tener una hija en el cielo y era su misión pues adelante. Loreto nació por cesárea de urgencia, porque yo tenía varias hemorragias, y tal cual la sacaron se la pasaron a mi esposo y la bautizó. Fue un momento muy bonito, porque se hizo un silencio maravilloso en el quirófano.

A la niña le costaba un poquito respirar, la veías luchando, y ese momento de lucha, de “quiero vivir”, se convirtió en minutos, recuperó un poquito el tiraje que tenía y consiguió respirar por sí sola. Y pasaron los minutos y empezaron a pasar unas horas y Loreto seguía allí, con nosotros. Nos dijeron: “¿la queréis dar de comer?”. “Sí claro, sí, vamos a darla de comer, ¿no?”. “¿Pueden venir los hermanos a verla?”. Cuando se fueron mis hijos del hospital dije: “ya está Señor, yo ya por mí has cumplido, lo que tenías que hacer para mí lo has hecho”. Y me quedaba tranquila.

Y esa primera noche que estábamos en la habitación con la niña, aunque siendo tan prematura, debería estar en incubadora en neonatos, pero nos la habían dejado porque iban a ser sólo unas horas o unos segundos en principio. La notamos como que tenía frío, con un “quejidito” y llamamos a las enfermeras de neonatos, maravillosas las enfermeras, y nos dijeron: “hombre, es que esta niña debería estar en incubadora”.

Yo si hubiera estado sola en ese momento Loreto no se hubiera movido de encima de mí y probablemente no hubiera pasado de esa noche, pero estaba mi marido y entonces le miré y me dijo: “María: si pensamos desde un primer momento dar lo mejor a nuestra hija, lo que necesita Loreto en este momento es una incubadora, se la tienen que llevar y tiene que pasar la noche en incubadora y ya está”.

Pues gracias a que tuvo esa lucidez que yo no tenía en ese momento, Loreto está aquí con nosotros. Es verdad que la mujer lleva el embarazo y lleva sus consecuencias, pero el que está al lado también está ahí y es muy necesario, es un trabajo de dos, no es me apoyo uno en el otro, no, al final es: vamos los dos en la misma dirección. Hemos sufrido juntos, nos hemos reído juntos, hemos tenido que dar la noticia a nuestros hijos juntos también, al final es un equipo.

“Es verdad que la mujer lleva el embarazo y lleva sus consecuencias, pero el que está al lado también está ahí y es muy necesario, es un trabajo de dos”

¿Qué ha pasado con su malformación?

M- El diagnóstico sigue existiendo, esto no es un fallo médico, que a veces mucha gente dice que Loreto es un milagro, pero no es un milagro del tipo tenía esto y ahora ya no lo tiene, no, Loreto tenía esto en el embarazo y sigue teniendo ese diagnóstico, sigue teniendo holoprosencefalia.

¿Qué es lo que ha sucedido? Los médicos han ido dando con lo prioritario para ella, para su cerebro también, pues efectivamente tenemos una holoprosencefalia que no tiene cura ni tratamiento, pero además derivado de ello tenemos hidrocefalia. Ese hueco del cerebro se ha llenado de un líquido cefalorraquídeo, vamos a ayudar a drenarlo para facilitar que el cerebro se pueda expandir un poquito.

Le pusieron una válvula de derivación y el cerebro ha ido expandiéndose poquito a poco. Y luego, se le están cerrando las suturas craneales y esto no está moldeando bien el cráneo, vamos a abrírselas, le ponemos un casquito y vamos a ver si así le damos más facilidades al cerbero. Los médicos también han ido dando en el punto importante para tratar a Loreto.

Entonces la holoprosencefalia sigue ahí, pero el cerebro es plasticidad, entonces vamos a jugar en nuestro favor con esa plasticidad y vamos a ponérselo fácil, no sabemos qué va a pasar, yo no sé cómo va a reaccionar el cerebro de Loreto porque bueno, la enfermedad es una y luego el individuo es otra, y Loreto a veces se salta protocolos y se salta historias.

“Loreto no hace nada especial más que respirar, comer, dormir, quiero decir, no da grandes charlas ni suelta discursos, no, es un bebé, pero sólo con sus ganas de vivir, y su manera de decir: la vida merece la pena, pues contagia esa alegría y esa forma de vida que tan necesaria es ahora mismo”

El protocolo que se salta es que está viva. Hablamos al principio de la entrevista y me contabas que el pronóstico se había reducido a unos segundos de vida. ¿Y ahora Loreto cuánto tiempo de vida tiene?

M- Pues seis meses, sí. Es verdad que sorprende, Loreto sorprende. Ha sido un cúmulo de muchas cosas y Dios nos ha cuidado mucho, a través de la labor de los médicos, de todo el personal sanitario y también, como la gente dice, el amor que recibe de su familia y esas ganas de vivir.

La gente nos dice: “es que tiene vida en los ojos, transmite vida”, con esa mirada toca los corazones. A mí es algo que me supera, quiero decir, de cualquier hijo te ilusiona muchísimo que te digan: “tienes un hijo muy bueno, tienes un hijo que es servicial, que te digan las cosas buenas, pero que te digan: “tu hija es un milagro o tu hija me ha ayudado a levantarme esta mañana porque tengo una depresión o estoy pensándome en abortar y ahora después de conocer a Loreto me lo he replanteado”. Es como ¡wow!, espera, que Loreto es un bebé, Loreto no hace nada especial más que respirar, comer, dormir, quiero decir, no da grandes charlas ni suelta discursos, no, es un bebé, pero sólo con sus ganas de vivir, y su manera de decir: la vida merece la pena, pues contagia esa alegría y esa forma de vida que tan necesaria es ahora mismo. Que alguien te diga: “oye, que merece la pena vivir”, aunque haya un montón de problemas, porque seamos realistas, no es agradable tener una niña que no sé lo que va a pasar el día de mañana con ella, no sé si va a poder andar, hablar, no lo sé. El no tener algo asegurado me hace vivir al día, nos hace vivir el día, hoy, lo que tienes es hoy, pues disfrútalo.

Utilizas la frase de “la vida se acaba abriendo paso”. Se puede decir que una experiencia aparentemente de “muerte” se convierte en una sorpresa. Como madre ¿cómo se vive eso?

M- Claro, tú vives un embarazo, mi marido lo explica muy bien, es “esperar sin esperanza”. Decidimos apostar por la vida de Loreto, a pesar de todos los pronósticos, pero tú no esperas recibir el regalo final de un embarazo, no preparas cuna, no preparas la ropa, no tienes ilusión ninguna, ninguna ilusión, cero. Y en el momento en el que tú esperas ver la muerte, acompañar a tu hija al cielo, que pensábamos que era nuestra misión, acompañarla esos segundos, que no iba a dar para más, de repente la cosa cambia. Loreto respira sola, come sola, se abre paso esa vida sin tú hacer grandes cosas, ni necesita oxígeno, ni necesita sonda nasogástrica para comer. En el hospital nos decían: “es que está mejor que el 90% de los prematuros, nos habéis enseñado una nueva forma de tratar a un prematuro, no siempre se tiene que seguir el protocolo, porque ella se lo salta”.

Entonces ese momento de que se abre paso la vida es algo muy grande, y además tú no lo controlas, que es lo que más llama la atención, es como “bueno ¿y ahora qué?”, nosotros le decíamos a los médicos: “¿y qué esperamos?”. Y nos decían: “es que no lo sabemos, es que está fuera de cualquier protocolo, hay que ver lo que vaya pidiendo la niña y vamos avanzando, ahora tratamos esto, ahora tratamos esto otro y pues así seguimos. Entonces no nos proyectamos mucho más, hoy está bien, hoy está estable, tenemos un montón de médicos, un montón de historias, pero la vemos feliz, no la vemos sufrir y la estamos disfrutando un montón.

“ese momento de que se abre paso la vida es algo muy grande, y además tú no lo controlas, que es lo que más llama la atención”

¿Y los hermanos, qué tal?

M- Pues mira, los hermanos se ilusionaron mucho con la noticia de un nuevo embarazo y para nosotros el momento más duro, yo creo que más incluso que recibir nosotros el diagnóstico es darles a ellos la noticia. Para nosotros fue un momento durísimo, yo creo que el peor quizá de toda mi vida. Claro, porque tú estás diciendo a tus hijos: “vas a tener una hermana o no, porque no sabemos si siquiera va a aguantar el embarazo, que va a tener una malformación muy grave en el cerebro, que no sabemos cuanto va a vivir y no sabemos cómo va a ser”. Esto, dentro de la capacidad evolutiva y edad de cada uno, pues lo llevaron como buenamente pudieron. Con mucho sufrimiento también ellos, a veces con enfado, yo les decía: “se permite llorar, se permite estar triste y se permite estar enfadado, puedes enfadarte con Dios y decirle: no lo entiendo, no lo entiendo, explícamelo, aunque no sea ahora, pero por favor explícamelo”.

Nosotros fuimos muy sinceros durante todo el tiempo con ellos, siempre preguntaban “¿qué tal está?”, en cada ecografía, “bueno sigue igual”. Han estado muy pendientes también al final, físicamente yo no estaba bien y también me han cuidado. Entonces llega el momento en el que Loreto nace, pueden venir a verla, y sigue viviendo, que no se esperaba. Entonces de pronto nos dicen: “nos habéis mentido”. “¿Por qué nos habéis mentido? ¿Por qué nos habéis hecho sufrir antes de tiempo?, Loreto ahora está bien”. Entonces les decimos: “claro chicos, no os hemos mentido, nosotros ni nadie se esperaba que esto ocurriese, no lo hemos planeado ni ha sido pensado ni mucho menos, todo lo contrario”. Entonces les explicamos médicamente lo que le pasaba a Loreto y el mayor de mis hijos que tiene 12 años me decía: “pero mamá es que sin cerebro no se puede vivir”, y yo le decía: “ah, pues se lo dices a Loreto y se lo dices a los médicos porque yo tampoco entiendo nada”.

Porque yo estaba igual que ellos, yo estaba diciendo: “hoy, vamos a ver si hoy seguimos el día, mañana, pasado, ya está, pero no nos planteábamos mucho más porque todo era nuevo, todo era nuevo. Entonces ahora están como locos, es la princesa de la casa, le cuidan un montón hasta el de 4 años, que parece que no se entera de nada, y me decía: “bueno, esto ha sido Jesús, eh, el que nos lo está dejando ha sido Jesús”.

Con lo cual yo creo que esto está siendo para ellos una experiencia muy fuerte y muy rica de que la vida no está en nuestras manos.

“La belleza está ahí, en querer vivir de verdad con alegría, disfrutando de la vida que a veces todas las tonterías del día a día nos tapan esa belleza y no nos dejan ver más allá. Vamos a poner foco en lo importante, que es vivir la vida pero plenamente, no ir apagando fuegos sólo.”

Se podría decir que hay como un subcapítulo en esta historia que se podría titular “Loreto influencer”. ¿Qué pasó con la cuenta de Instagram?

M- Yo siempre digo que la influencer es ella, yo soy el medio que hace que la gente pueda llegar a ella. Cuando Loreto nace, mi marido me pregunta si publicar el nacimiento de Loreto… nuestras cuentas eran pequeñitas, muy pequeñitas… y yo le decía: “es que vas a publicar hoy que ha nacido y mañana a lo mejor que ya no está”. “Ya, pero hoy ha nacido, ¿no?, vamos a decir que hoy ha nacido. La gente te ha visto embarazada y de pronto ya no, yo quiero publicar que hoy está con nosotros”. Vale.

Y de pronto, es verdad que a través de los padrinos de Loreto, de Irene e Israel que pidieron muchas oraciones para ella, la gente fue conociendo la historia de Loreto. Nosotros fuimos publicando un poco la evolución, también porque nos sentíamos un poco responsables de dar voz a esto, de decir, en este caso ha ganado la vida. Es una historia bonita, no es una historia de muerte, muy ligada a ella, pero no es una historia de muerte, es una historia de vida de un bebé.

Lo que nos hemos encontrado en redes sociales es la gran mayoría algo super positivo, muchísima gente que reza por ella y por nosotros y que hemos sentido ese sostén; gente que de verdad Loreto les toca el corazón de una manera fuerte y te dicen, “estoy pensando abortar, pero Loreto me está cambiando la idea”, “estoy en una depresión y hoy me he levantado después de no sé cuántos meses de la cama”. Y tú dices: “Dios mío, esto se me escapa de las manos”, yo no hago nada, o sea, no hago nada más que poner alguna foto de mi hija en una red social y decir “hola, ¿qué tal?, estamos bien”, lo demás lo hace ella a través de una pantalla. Pues no sé por qué lo hace, pero está claro que algo de misión en este mundo tiene con los demás, con nosotros los primeros que somos los grandes afortunados de tenerla, pero con los demás también.

“Loreto probablemente no tenga una vida perfecta o lo que entendemos como perfección o lo que entendemos como bello, pero ella tiene ganas de vivirla y tiene ganas de hacerla bella y nosotros vamos a ayudarla a que lo haga”

María

Han salido muchos miedos desde el minuto uno de la historia de Loreto ¿cómo se convive con esos medios? ¿Cómo lo manejas?

M- Cuando te pasa algo de este tipo, nosotros es verdad que tenemos un hijo con otra discapacidad, que se la descubrió ya después de nacer, vienes con algo de deberes hechos. Entonces de esa vez nosotros aprendimos a que no siempre se cumple todo, o sea, a ti te dicen: “tu hijo tiene esto, todo esto es lo que va asociado”, no siempre se cumple. Yo sufrí muchísimo antes de tiempo con mi segundo hijo, y con Loreto intento no sufrir antes de tiempo. Es muy difícil no imaginarte lo que puede pasar después, no imaginarte que a lo mejor se puede quedar en una de las operaciones de quirófano, porque es tu hija, no es agradable, hay mucho sufrimiento detrás, o sea, a nadie le gusta tener un hijo enfermo, tú quieres un hijo perfecto, estupendo, maravilloso y que no tenga ningún problema ni te dé ningún problema en la vida en general, no sólo a nivel físico de enfermedad, sino incluso a nivel psicológico. Pero a mí particularmente me ayuda mucho la fe. Yo creo que Dios tiene un plan para mí a través de Loreto y Dios tiene un plan en Loreto, con Loreto, y generalmente por experiencia los planes de Dios son mejores que los que yo me hago. Entonces la fe me ayuda mucho, nos ha cuidado mucho también a través de personas que en un momento de sufrimiento grave han venido y nos han dicho lo que necesitábamos oír, “oye mira, confía en el Señor” o “vete ante el Santísimo que lo que necesitas es hablar un poco con él”. Entonces a mi la fe me ayuda a no preguntarme tanto, no ser tan justiciera y no preguntarme tanto el por qué esto a mí, por qué a mi hija sino para qué, darle un sentido a esto, yo creo que esta historia tiene un sentido, tiene un sentido para mí, para mi marido y mis hijos.

Ese sentido no te lo puedo decir ahora mismo y a lo mejor no lo descubro hasta que me muera, no lo sé, algo estoy vislumbrando, algo vemos ahora poquito a poco de lo que va cambiando Loreto con nosotros, pero creo que todo tiene un sentido y a mí eso me ayuda. Yo se lo explico un poco a mis hijos en una línea un poco así temporal, les digo: mira, con Loreto, o con cualquier hijo con una enfermedad, discapacidad o sufrimiento, hay una parte que es responsabilidad nuestra: la cuidamos, la queremos, la damos de comer. Hay un punto que pasa a ser de los médicos, yo no puedo meterme en el quirófano a operar a mi hija, esa responsabilidad es suya. Y hay otro punto que para mí es obra de Dios, ahí ya entra la mano de Dios. Y esa línea temporal es bidireccional, es decir, Dios también se puede servir de los médicos para hacer su misión, hacer sus planes y en una familia para hacer su misión, hacer sus planes con esta persona, que en este caso es Loreto.

Entonces para que ellos entiendan un poco que nosotros llegamos hasta un punto, que lo demás se lo tenemos que dejar a los responsables de eso, y hay una parte que es de Dios y yo me fío de eso, y no me está dando mal resultado de momento.

Al inicio de la entrevista te contaba que hay una frase de Dostoyevski que inspira esta sección y dice: “la belleza salvará al mundo”, esto va de la belleza, esta sección, esta entrevista, va de la belleza, ¿dónde dirías que radica la belleza de Loreto y dónde radica la belleza de esta historia, que es la tuya?

M- Sí, Loreto es una historia de vida, al final la vida es belleza. Loreto es una historia de vida, pero está muy ligada a la muerte y al sufrimiento por una enfermedad, por poca esperanza de vida y luego a las muertes del espíritu, de sus padres, de sus hermanos, de la gente que nos quiere, que le quiere, que sufrimos con ella por lo que pueda pasar, más que por lo que sufra ella. Entonces yo creo que la belleza de esta historia está en la propia vida, ya está, que merece la pena, aunque no tengas una vida perfecta. Loreto probablemente no tenga una vida perfecta o lo que entendemos como perfección o lo que entendemos como bello, pero ella tiene ganas de vivirla y tiene ganas de hacerla bella y nosotros vamos a ayudarla a que lo haga, que sea la mejor vida que podamos darle hasta donde podamos, ¿no? La belleza está ahí, en querer vivir de verdad con alegría, disfrutando de la vida que a veces todas las tonterías del día a día nos tapan esa belleza y no nos dejan ver más allá, vamos a poner foco en lo importante que es vivir la vida pero plenamente, no ir apagando fuegos sólo.

“Yo creo que Dios tiene un plan para mí a través de Loreto y Dios tiene un plan en Loreto, con Loreto. Y generalmente, por experiencia, los planes de Dios son mejores que los que yo me hago”

María

Deduzco por lo que me dices que hay un gran disfrute con tu hija.

M- Ahora sí, yo pensaba que disfrutaba de la vida, yo de verdad lo pensaba. Pero Loreto me ha enseñado que me estaba enfocando en las nimiedades, y es lo que me hacía sufrir, el no “llego a esto, no llego a esto otro, tengo que hacer esto…” Con Loreto he tenido que parar, he tenido que parar mucho, he estado en reposo durante el embarazo, he tenido un parto diferente a los anteriores y tenía que estar horas en el hospital con ella. Entonces hemos tenido que parar y decir: vale, ¿y qué es la prioridad?, ¿la prioridad es que la casa esté magnífica, estupenda y maravillosa?, ¿la prioridad es nuestro trabajo, nuestra vida laboral? No, la prioridad son nuestros hijos, nuestra familia y ahora mismo la vida de Loreto, que todos juntos podamos disfrutar. Hemos disfrutado mucho de las primeras veces, a lo mejor es el primer y único baño, a lo mejor es el primer y único biberón, a lo mejor es la primera vez que nos vamos a dar una vuelta al parque todos juntos.

Vivir como si fuera todo las primeras veces es muy emocionante. Yo pensaba que sí, que antes, estaba disfrutando y que había disfrutado, pero realmente ahora sí que salta una alarma y dices “cuidado, que te estás centrando en otra cosa…”. Mi marido y yo muchas veces nos lo decimos: “vamos a priorizar la agenda del día a día” y a lo mejor lo importante del día es cenar juntos un día tranquilos.

María, muchísimas gracias por la generosidad, por la honestidad y también por permitirnos a nosotros vivir y beber un poquito de tu historia. Muchas gracias, María.

M- Gracias a vosotros, gracias.

@maria_morgar

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